Hacía ya tiempo que tenía en mente dedicarle una tertulia a
Richard Matheson porque me fascinan sus historias, y tras enterarme de su muerte a principios de verano del año pasado, decidí que no podía pasar mucho más tiempo sin rendirle un homenaje.
Mi primer contacto con él seguramente sería a través de
Twilight Zone, cuando emitían la serie de los años 60 en TV3, pero por supuesto a tan temprana edad no era consciente de que se habían inspirado en relatos de este señor para rodar algunos episodios, como
Y cuando se abrió el cielo o
El tercero desde el sol, e incluso él mismo escribió el guión de, por ejemplo,
El último vuelo o
Un mundo de diferencia, pertenecientes a la primera temporada que pude volver a disfrutar gracias al regalo de mi rey mago.
De niña también vi
Omega Man, con Charlton Heston, inspirada en
Soy Leyenda, que no leería hasta finales de los noventa, aunque quizá la versión más fiel a la novela sea
El último hombre sobre la Tierra, con Vincent Price. También escribió algunos guiones para Roger Corman,
El péndulo de la muerte y
La casa Usher. No puedo olvidarme tampoco de
En algún lugar del tiempo (1980), con Christopher Reeve y Jane Seymour, basada en la novela
Bid Time Return (1975) ni de
La leyenda de la casa del infierno (1973) de la que fue guionista además de autor del libro en el que se basó,
La casa infernal (1971), una de las mejores obras sobre casas encantadas que he leído.
Matheson tenía un gran interés por la parapsicología desde adolescente, como podemos comprobar por los temas que suele tratar en su obra. De hecho, a principios de los noventa llegó a publicar un ensayo,
The Path: Metaphisics for the 90s.
I don't believe in the supernatural, I believe in the supernormal.
Decía que no era sobrenatural porque para él nada iba en contra de la naturaleza. Si resulta incomprensible es porque no hemos sido capaces de entenderlo.
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Mi material sobre Matheson |
Para este homenaje leí dos novelas muy relacionadas con lo que acabo de mencionar: What dreams may come (1978), en la que se basaron para la película Más allá de los sueños (1998) y Stir of Echoes (1958) cuya versión cinematográfica es El último escalón (1999). Ambas pasaron por mis manos en versión original puesto que hasta la fecha no existe una traducción en español que pueda recomendar. A continuación compararé un poco los libros con las películas porque en ambos casos son muy distintos y en la tertulia no quise desarrollar este punto dado que los asistentes no tenían frescas las historias.
Además de que Matheson hace una clara referencia al Infierno de Dante en La Divina Comedia, el
título What dreams may come viene de un verso de Hamlet:
Aye, there's the rub,
For in that sleep of death, what dreams may come,
When we have shuffled off this mortal coil,
Must give us pause.
El libro comienza de manera muy diferente a la película. Una médium se presenta en casa del hermano del protagonista fallecido con una carta que ha escrito el muerto desde el más allá, donde le cuenta cómo es la vida después de la muerte. Chris tiene un accidente de coche y se despierta en el hospital, donde debido a que todo lo ve borroso, incluso su cuerpo tumbado en la cama, cree que está soñando. No obstante, tomará consciencia de su estado a partir de la asistencia a su funeral.
Aquí no fallecen los hijos, que son cuatro en vez de dos, y su mujer, Ann, se suicida porque no soporta la vida sin él, por lo que la envían durante los años que le quedaban aún por vivir (puesto que todos tenemos un fin destinado y ella abandona su vida antes de tiempo) a una especie de limbo para que aprenda antes de poder subir a Summerland, donde ha ido directamente Chris, el que sería nuestro paraíso particular. Chris, al enterarse de lo que le ha sucedido a su mujer, decide descender al "lower realm" para ir a buscarla. Ese otro plano sería el equivalente al Infierno, donde se hallan todas las almas que no murieron en paz. La descripción es mucho más oscura que en la película y hay escenas realmente desagradables. Hace una referencia al
hospital Bedlam, conocido por ser una de las instituciones más horribles.
Matheson narra, como si hubiera pasado ya por la experiencia, las sensaciones y el proceso de evolución de la vida después de la muerte. Coge información de varias creencias y nos lo explica todo con tanto detalle que parece real. Es más, al final de la edición que leí, se incluye una lista de la bibliografía que usó para documentarse.
La vida es un estado de conciencia que percibe la energía como materia. La muerte es un estado de conciencia donde la energía ya no se percibe así.
El título
Stir of Echoes también está sacado de un verso, en esta ocasión del poema
Chambers of Imagery de
Archibald MacLeish.
Sometimes within the brain's old ghostly house,
I hear, far off, at some forgotten door,
A music and an eerie faint carouse
And stir of echoes down the creaking floor.
Aquí si cabe existe aún mayor diferencia entre el libro y la película. Tal vez en lo único que coincidan es que el protagonista, Tom, tras ser hipnotizado, se le activa algo que tenía aletargado y comienza a tener percepción extrasensorial. En vez de estar en Chicago, se encuentra en Nueva York, y aunque sí ve un fantasma relacionado con los vecinos, no es el de una adolescente con cierto retraso, sino una mujer de treinta años, Helen Driscol, que describe vestida con un traje negro con diseños aztecas y un collar de perlas. La historia de la fallecida, que en ciertos momentos nos hace dudar si realmente es un fantasma o la energía de un recuerdo, es totalmente diferente. No daré más detalles por si os animáis a leerlo.
Asimismo, comentamos algunos relatos incluidos en la antología de Valdemar
Pesadilla a 20.000 pies, de entre los que destaco
Vestido de seda blanca e
Hijo de sangre para los amantes de los vampiros, y el curioso
Guerra de brujas. Una semana más tarde me leí por recomendación de mi colega
David Paradela, que estuvo en el homenaje,
El número de la desaparición, relato en el que se basó Rod Serling para crear el episodio
Y cuando se abrió el cielo, donde coge la idea principal de Matheson pero le da otro giro a la historia.
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Presencia de Gigamesh |
Finalizamos el encuentro con la entrega a los asistentes de
Los primeros cuentos, unos
ejemplares promocionales por cortesía de
Ediciones Gigamesh, y el mismo
Alejo Cuervo, que también asistió al homenaje, nos anunció que en breve saldría a la venta el primer tomo de la antología de los primeros relatos de Matheson.
El librito de promoción está traducido por
Pilar Ramírez Tello e incluye entre otros el primer cuento de todos,
Nacido de hombre y mujer, así como otra versión en castellano de
Hijo de sangre, en mi opinión, mejor que la de Santiago García.
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Momento del homenaje |
Muchas gracias al
Pequod, de nuevo un placer charlar en su cubierta, y a Gigamesh por asistir al homenaje y el bonito detalle que tuvo con los allí presentes. Espero que disfrutarais todos de la experiencia y os apuntéis a nuevas tertulias.