Desde hace tres semanas, Thomas vive en una habitación sin ventanas, de un blanco resplandeciente y siempre iluminada. Sin reloj y sin contacto con nadie, más allá de las tres bandejas de comida que alguien le lleva a diario (aunque a horas distintas, como para desorientarle).
Al vigésimo sexto día, la puerta se abre y un hombre le conduce a una sala llena de viejos amigos.
No se revela nada más que eso sobre el argumento en la contraportada y es preferible. Mejor descubrir por ti mismo este extraño final. Sí, a mí también me dejó con cara de «¿Y ya está?» y encontré el libro más flojo que los dos anteriores. No obstante, creo que James Dashner —al menos tengo la esperanza— ha usado esta novela de puente para lo que nos descubrirá en la precuela, The Kill Order, soltando algo de información para allanar el camino, aunque allí será donde por fin conteste a todas esas preguntas que llevan persiguiéndonos desde la primera página de esta serie. Esta carrera tiene que haber servido de algo, ¿no?
La otra gran noticia de este año es que por fin se confirman algunos actores de la película basada en la primera novela, que se estrenará en 2014. Los seguidores no dejéis de consultar su página en IMDb o esta web hecha por fans españoles, donde van subiendo las últimas novedades.
¿Qué música escuché durante La cura mortal?
-Dark Entries de Bauhaus
-Afraid de Sarah Fimm
-Save a Place for Me de Tracy Chapman en el reencuentro de los amigos al principio.
Los seis discos de Qntal, cuya música me parece muy apropiada sobre todo para la entrada en el Palacio de los Raros. Es una escena desoladora.
Habían pasajes que me recordaban bastante a la sensación que me transmitió la película Soy Leyenda con Will Smith, no el libro de Richard Matheson, que me pareció muy diferente y que conste que me encanta este escritor.
Y no podía faltar otra gran distopía de la literatura y el cine, Blade Runner y su banda sonora compuesta por Vangelis.
Dashner, James. La cura mortal (The Death Cure, 2011). Nocturna Ediciones: Madrid, 2013. Traducción: Noemí Risco Mateo.