Hacía tiempo que el rey Gob observaba a la muchacha enfurruñada por haber dejado de ser la princesa de su castillo, porque lo que ella no aprobaba le parecía injusto, todo lo daba por supuesto y además creía que las cosas tan sólo tenían un modo de ser.
El duende, que antes había sido un niño y no quería que acabase como él, adoptó la forma de una lechuza para adentrarse en su mundo y convertir a la chica en la protagonista de su cuento. Ella, al igual que las heroínas de sus libros preferidos, tendría que emprender un largo viaje para descubrir qué importa realmente en la vida, conocer la verdadera amistad y desprenderse del pasado para continuar adelante.
Si Sarah hubiera ido hasta el Oráculo del Sur y hubiera conseguido llegar a la segunda puerta, habría visto en el espejo reflejada a Dorothy. Ambas están alejadas de sus padres, tienen un fiel compañero (Merlín-Totó) y quieren regresar a casa en cuanto aparecen en la otra dimensión. Pero para poder volver con su hermano o a Kansas, antes tienen que llegar a la Ciudad de los Goblins o a la Ciudad Esmeralda.
Este objetivo lo conseguirán con la ayuda de tres amigos: Ludo, Hoggle y Sir Didymus-el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León, que curiosamente también tienen características muy similares (recordemos, por ejemplo, la cobardía de Hoggle) y se corresponden a unas figuras existentes en la realidad de la que proceden las chicas. Tres personajes que le enseñarán a Sarah el gran valor de la amistad y que los recuerdos de la infancia seguirán ahí por si los necesita, pero «a veces necesitar es dejar marchar», como le dice El Sabio.
Por supuesto, existen varios conflictos a lo largo de la aventura, propiciados la mayoría de las veces por el antagonista, Jareth-La Malvada Bruja del Oeste. Pero Jareth, el Rey de los Goblins, no es tan malo como parece al principio, al igual que el Mago de Oz, que no imponía tanto. Como decía David Bowie en su canción Within You: «Todo lo que he hecho lo he hecho por ti». La obliga a atravesar el Laberinto si quiere recuperar a su hermano para que aprenda varias lecciones primordiales: la vida no siempre es justa, las apariencias engañan, no hay que dar nada por sentado; cuando no se teme algo, es más fácil superarlo; y si abandonas tus sueños, estarás a merced de los sueños de otras personas.
El Mago de Oz también es un humano que llegó allí por un motivo que desconocemos al igual que Jareth fue un niño raptado por los goblins no sabemos por qué o cómo, que se convirtió en rey, como el mago gobernaba Oz. Los humanos al fin y al cabo tienen poder sobre sus sueños, pero a veces los sueños pueden atraparte y te pierdes en ellos, como le ocurre a Sarah dentro de la burbuja en el baile de máscaras, de la que por suerte escapa.