Hasta entonces, pocos autores que escribieran en mi lengua materna me habían llamado la atención, pero esta novela me llegó al corazón.
El pasado 1 de febrero habría cumplido 102 años y para recordar a aquel escritor con el que otras tantas veces me había cruzado —no en persona— en mi vida, fui a visitar la exposición permanente VIAJE A LA LIBERTAD en Alhama de Aragón, donde entrevisté a Elena Grañena, que tan amablemente me enseñó el museo y me contó muchísimas anécdotas interesantes de la vida y obra de este autor y filósofo tan especial.
Museo dedicado a Sampedro en la Casa Palacio de Alhama |
La sonrisa etrusca traducido a varios idiomas |
Muchas ideas afines, de ahí creció mi interés. «La globalización no es más que una forma moderna de hacer lo de siempre: explotar. Sólo la aplican donde les interesa. ¿Cuándo será global una sanidad y educación de calidad para todos?».
Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres.
Continué leyendo a este gran pensador y comencé a ver similitudes con Michael Ende. La preocupación por el poder, el dinero, el augurio de que este sistema estaba a punto de explotar y que tras una época oscura, pasaríamos a otra cultura... «El tiempo no es oro —decía Sampedro—, el tiempo es vida». «El tiempo es vida —dijo Ende en Momo— y la vida reside en el corazón».
Dos escritores a los que merece la pena recordar en estos tiempos que corren.