Cartel oficial del acto |
Miguel Sáenz. Fotografía de prensa. |
Recibió el encargo a finales de los setenta, cuando Jaime Salinas dirigía la
editorial Alfaguara y comenzó a trabajar en ella Michi
Strausfeld, una mujer clave en cuanto a la difusión de literatura infantil
y juvenil alemana en España, la que decidió que Miguel Sáenz debía ser el traductor de esta obra. Cuando Miguel la leyó, le encantó, en especial porque a pesar de que ya había traducido muchos textos, este lo podrían disfrutar sus hijos que entonces eran pequeños.
Momento de la conferencia |
Miguel Sáenz y Noemí Risco hablando de La historia interminable |
Todas las entrevistas son iguales. No entiendo por qué los periodistas insisten en preguntarme las mismas cosas una y otra vez. Solo pueden recibir las mismas respuestas.Este encuentro fue en 1990, en un coloquio sobre literatura fantástica, dirigido por María Kodama, la mujer de Borges, en El Escorial. ¡Quién hubiera estado allí!
Michael Ende dice que sigue escribiendo sin parar. Que, en realidad, trabaja todo el tiempo, aunque - como Umberto Eco- sea por naturaleza pigro. Su mayor problema, casi obsesión, es evitar que, de por vida, la gente lo considere únicamente el autor de La Historia Interminable y Momo. Sabe muy bien que, con esos dos libros, alcanzó techos difíciles de superar... pero cree que vale la pena intentarlo.
Las ediciones que nos enseñó Miguel Sáenz de su traducción, y su original en alemán |
-¡Gracias, señor Koreander! -dijo Bastián.
-Soy yo quien tiene que darte las gracias, muchacho -respondió el señor Koreander-. Me gustaría que de vez en cuando te dejaras caer por aquí para que intercambiásemos experiencias. No hay tanta gente con la que se pueda hablar de esas cosas.
Le tendió la mano a Bastián.
-¿De acuerdo?
-Con mucho gusto -dijo Bastián estrechándosela-. Ahora tengo que irme. Mi padre me espera. Pero volveré pronto.
El señor Koreander lo acompañó hasta la puerta. Cuando salió, Bastián vio, a través del letrero invertido del cristal, que su padre lo esperaba al otro lado de la calle. El rostro de su padre resplandecía.
Bastián abrió con fuerza la puerta, con lo que el racimo de campanillas de latón se puso a repiquetear locamente, y corrió hacia aquel resplandor.
El señor Koreander cerró la puerta con cuidado y los siguió con la vista.
-Bastián Baltasar Bux -gruñó-: si no me equivoco, les vas a enseñar a muchos el camino de Fantasia para que puedan traernos el Agua de la Vida.
Y el señor Koreander no se equivocaba.
Pero ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
POR ENDE
Asistentes a la charla sobre la traducción de La historia interminable |
Muchas gracias a todos por acompañarnos
No hay comentarios:
Publicar un comentario