Las bibliotecas han estado siempre presentes en mi vida y son un recurso muy útil de documentación para quien se dedica a traducir y redactar textos, pero además son grandes centros de fomento a la lectura y a ellas también he llevado las tertulias que organizo. Hoy, en el Día de las Bibliotecas, quiero hacer un pequeño homenaje a las que han ocupado un lugar importante en lo que llevo de existencia.
La biblioteca en Calatayud actual |
Otra biblioteca con la que tengo últimamente relación, aunque no la visito tanto como me gustaría, es el
Centro de Documentación del Agua y del Medio Ambiente, conocida también como la Biblioteca Verde de Zaragoza. Está ubicada en un edificio histórico precioso, el refectorio y las cillas del convento de Santo Domingo, del siglo XIII-XIV, y desde que la descubrí, se ha convertido en mi centro de referencia para toda mi documentación sobre naturaleza y cuidado del medioambiente. Es una gozada de sitio y tienen un servicio de asesoramiento espectacular. Si queréis saber más de todo lo que ofrece, además de consultar su web, también os invito a escuchar la entrevista que le hice a la responsable del centro para mi podcast Viaje Alternativo.
Biblioteca Verde de Zaragoza |
En 2015 en la Biblioteca de Cetina |
En contraposición a una pequeña biblioteca rural, tenemos la Biblioteca Nacional de España, situada en el Paseo de Recoletos de Madrid, que custodia alrededor de treinta millones de publicaciones producidas en territorio nacional desde comienzos del siglo XVIII: libros, revistas, mapas, grabados, dibujos, partituras y folletos. La primera vez que fui a visitarla, me quedé delante del imponente edificio unos minutos a lo Rory Gilmore, abrumada antes de entrar
por la cantidad de libros que iba a encontrarme allí dentro. Ofrece muchísimos servicios, pero yo nunca he recurrido a ninguno de momento. De todos modos, aquí tenéis su web, merece la pena visitarla y especialmente ir en persona alguna vez en la vida.
Delante de la BNE |
por la cantidad de libros que iba a encontrarme allí dentro. Ofrece muchísimos servicios, pero yo nunca he recurrido a ninguno de momento. De todos modos, aquí tenéis su web, merece la pena visitarla y especialmente ir en persona alguna vez en la vida.
En esta lista, sin duda, no podía faltar la Xarxa de Biblioteques Municipals de la Diputació de Barcelona, pues es la ciudad donde nací y viví durante más de 30 años. Mi carnet, que aún conservo, es de la Biblioteca Sofía Barat, donde acudía principalmente al mercadillo que montaban cuando se deshacían de ejemplares. También visité un par de veces con mi abuela la de Montbao, bajaba a la de Fort Pienc, frecuentaba la de Sagrada Familia porque viví muchos años en el barrio, y la Vapor Vell cuando me mudé a Sants. La de la Vila de Gràcia me sirvió de refugio una vez y tuve secuestrado un libro de Michael Ende que devolví después de haberlo renovado no sé cuántas veces a la Santa Tecla de L'Hospitalet. Pero la biblioteca donde más tiempo creo que he pasado y más tesoros de la LIJ me descubrió fue la
Biblioteca Joan Miró, situada en el mismo parque Joan Miró también conocido como Parc de l'Escorxador, donde pasaba muchos mediodías cuando trabajaba en el rascacielos de enfrente, la Torre Allianz. La biblioteca, inaugurada en 1990, se divide en dos edificios, conectados entre sí por una pasarela de cristal. La verdad es que yo siempre estaba en el lado de literatura infantil y juvenil donde no solo había libros para niños, sino publicaciones para adultos relacionadas con este género, como la revista CLIJ, o la gran colección de Olañeta Érase una vez... Biblioteca de Cuentos Maravillosos, además de tener en el piso superior la sección de música.
Biblioteca Joan Miró |
Pero no me iré de esta red de bibliotecas, sin mencionar la Biblioteca Sant Pau-Santa Creu, en el barrio del Raval, donde mi yo de 18 años alucinaba pepinillos entre los muros de aquel edificio gótico del siglo XV, antiguo Hospital de la Santa Creu, donde también se encuentra la Biblioteca de Calalunya.
Al margen de esta red de bibliotecas, no podía dejar de nombrar las bibliotecas que marcaron mis años de universidad: las distintas bibliotecas del campus de Bellaterra de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde por primera vez usé las microfichas y me sentí como una investigadora sacada del cine, y la biblioteca de la Universidad de Barcelona, situada en el edificio de la Plaça Universitat, que nada tiene casi que envidiar a Hogwarts.
Biblioteca de Letras de la Universidad de Barcelona |
Y terminaré recordando las bibliotecas de mi edad escolar. La biblioteca en Santa Cruz de Tenerife, conocida como la Casa de la Cultura, que me hizo volver a mi ciudad natal, al conectarme y
(re)descubrirme la que iba a ser mi carrera profesional: Traducción e Interpretación. He de reconocer que en mis años de instituto apenas pisé la biblioteca, ni esa ni ninguna otra, los libros que leía eran lecturas obligatorias del curso o las novelas que mi madre me compraba porque creía que podían gustarme y así continuaría leyendo (Anne Rice, libros de la colección Gran Fantasy y títulos de fantasía y ciencia ficción que publicaba en los 90 Timun Mas). Antes de empezar secundaria, sí me había refugiado bastante en la biblioteca del centro donde estudié séptimo y octavo de EGB, el Echeyde, y allí descubrí maravillas como La cueva de la luna, y a Maria Gripe, que devoraba.
(re)descubrirme la que iba a ser mi carrera profesional: Traducción e Interpretación. He de reconocer que en mis años de instituto apenas pisé la biblioteca, ni esa ni ninguna otra, los libros que leía eran lecturas obligatorias del curso o las novelas que mi madre me compraba porque creía que podían gustarme y así continuaría leyendo (Anne Rice, libros de la colección Gran Fantasy y títulos de fantasía y ciencia ficción que publicaba en los 90 Timun Mas). Antes de empezar secundaria, sí me había refugiado bastante en la biblioteca del centro donde estudié séptimo y octavo de EGB, el Echeyde, y allí descubrí maravillas como La cueva de la luna, y a Maria Gripe, que devoraba.
Y, por último, la que fue mi primera biblioteca, supongo. La de mi querido colegio de primaria en Barcelona, Pau Casals, de la que aún guardo las libretas con las fichas de todos los libros que leí. ¿Seguirán manteniéndola en la misma sala que cuando yo estudiaba allí en los años 80?
Ese cuaderno de la derecha recoge un par de libros de los Hollister, uno de Gloria Fuertes, Pulgarcilla de Andersen, Un duende a rayas de María Puncel, Historias de Ninguno de Pilar Mateos, Los amigos de osito de Else Holmelund Minarik, ilustrado por Maurice Sendak, Animales amigos, La ruta del sol de Aurora Díaz, El príncipe feliz de Oscar Wilde, El pampinoplas de Consuelo Armijo, Les vacances del rellotge de Josep Vallverdú, Contes curts de Christoph von Schmid (no pone el traductor en la ficha, ¡ya me vale!), En quin desastre a la platja de Frank Muir, Por arte de magia de Carmen Vazquez Vigo, Fábulas de Esopo de Harold Jones, Juan y sus zapatos de Carlos Pellicer López.
¿Cuáles son las bibliotecas de vuestra vida?
Yo tengo cita este miércoles en la de Calatayud con una actividad que he preparado para el club de lectura en inglés que organizo allí. Puedes consultar todos los detalles en la pestaña Actividades de esta misma página.
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