6.1.15

Hadas y artistas

Hace unos meses le preguntaban en una entrevista a Sofía Rhei cómo se le ocurrió el relato Céfiro y
Sofía Rhei
me sorprendió ver mi nombre en aquella respuesta. Sabía que el cuento estaba publicado en el primer número de la revista Presencia Humana, sobre todo porque había asistido a su presentación en la librería La Central de la calle Mallorca, pero desconocía su origen.

En julio de 2011 celebré unas jornadas de arte y literatura dedicadas al mundo de las hadas, Fays. Encuentro de Seres Mágicos, las primeras que se celebraban en España dedicadas a criaturas feéricas. Entre los artistas invitados se encontraban Sofía Rhei, que vino a hablarnos de su libro Flores de Sombra, y Sandra Arteaga, que expuso una buena colección de sus muñecos. Sofía se acercó al stand de Sandra y entre los artículos a la venta vio una fotografía de Acal & Canto.
Acal & Canto de Sandra Arteaga
«Esa imagen me obsesionó, me volvió loquísima. Y a partir de ahí fue surgiendo la idea. También en ese momento leía mucha fantasía, libros que aún no se han traducido, Sean Steward... Hay toda una corriente en la fantasía biológica, que habla del cuerpo como una materia inquietante.»

Cuando leí aquellas palabras en la entrevista, me entraron aún más ganas de leer su relato en Presencia Humana. ¡Qué maravilla! Desde luego Fays, a pesar de lo mucho que costó montarlo, en todos los sentidos, tuvo cosas muy buenas. Sé de buena tinta que otras relaciones y obras salieron de ese festival, historias que serán contadas en otra ocasión... De momento os dejo con un fragmento del relato de Sofía, un cuento que me fascinó, de lo mejor que he leído de ella hasta ahora.

Colocó, en lugar de los ojos, dos botellitas redondas. Una estaba llena de mercurio, que refleja las cosas como un espejo, para que el niño viera a la gente tal y como se ven a ellos mismos. La otra estaba llena de vino de endrinas, para que el niño nunca pudiera hacer otra cosa que dejarse llevar por sus propias emociones.
Por último, instaló una cerradura en la frente inmaculada de la criatura.
Eran tan hermoso que dolía.
Lo llamó Céfiro.
Y entonces le dio permiso para vivir. 

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