Joey es un niño que acaba de perder a su padre y lo echa muchísimo de menos. Un día, está en su habitación y los juguetes empiezan a moverse al tiempo que se oye un teléfono. El teléfono que suena también resulta ser de juguete y cuando Joey lo descuelga, oye la voz de su padre que le habla desde el más allá. Pero un buen día, el muchacho, persiguiendo a un robot que llama Charlie, encuentra una casa vecina en venta, que parece bastante destartalada. Allí dentro se topa con un muñeco de ventrílocuo, que desgraciadamente decide llevarse consigo.
Cuando vi esta película de niña, me encantó. Desde luego si no la hubiera visto durante mi infancia y me la hubiera puesto por primera vez ahora, seguramente me habría parecido horrible; pero tiene varios ingredientes que te atraen de pequeño y después, al crecer, recuerdas con cariño. El muñeco me inquietaba hasta la médula, nunca entendí por qué Joey se lo llevaba a casa; supongo que como tenía poderes, debía ejercer alguna influencia sobre el chaval.
La película es un claro homenaje constante a otras películas de la época, en especial a La Guerra de las Galaxias y E.T, pero también Encuentros en la Tercera Fase y Poltergeist.
Joey (1985) es una coproducción germano-estadounidense, dirigida por un joven Robert Emmerich y rodada en Alemania occidental y el estado de Virginia. Curiosidades: fue el largometraje debut del director y casi todos los niños que actuaron eran hijos de militares americanos destinados en Alemania, que no volvieron a participar en ningún otro film. Dos años más tarde, Emmerich rodaría El secreto de los fantasmas, protagonizada por otro muñeco.
Y además, aparece un laberinto :)
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