La bruja debe morir es un libro que trata sobre el modo en que los cuentos de hadas influyen en los niños. No es tan denso, como Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas de Bruno Bettelheim, pero no estoy de acuerdo con algunas afirmaciones o posibles hipótesis que plantea este ensayo; como por ejemplo que la mayoría de cuentos de hadas tengan connotaciones sexuales, cuando bien es cierto que en algunos son claras, pero en otros, hay que tener una mente muy retorcida para llegar a esa conclusión.
Lo que más me ha gustado ha sido la comparación que hace el autor entre la versión original del cuento y la versión posterior de otros cuentistas o incluso de Disney. ¿Alguien conocía la versión de Basile de 1634 de La bella durmiente? Éste tituló el relato Sol, Luna y Talía. Aquí no es el príncipe quien despierta a la protagonista, sino uno de sus bebés que al salir de su madre, se arrastra hacía sus pechos y arranca por equivocación el trozo del huso con el que se había pinchado. Por lo tanto, el príncipe, que además estaba casado, la viola mientras está dormida.
En El príncipe rana, el chico no vuelve a su forma humana porque la princesa le dé un beso, sino porque ella estampa a la rana contra la pared para que se calle.
Otro final distinto es el de Blancanieves, que no resucita con el beso del príncipe, sino porque alguien tropieza con su atáud mientras la transportan a palacio y entonces sale de la garganta el trozo de manzana envenenada. Además, la madrastra no sólo trata esa vez de engañarla para matarla; lo intenta antes dos veces más, ahogándola con la cinta de un corpiño y pasándole un peine envenenado, lo que nos muestra que Blancanieves muere porque también es vanidosa, cae en la tentación de la vieja que vende cosas.
El libro está estructurado según los siete pecados capitales y expone los cuentos en los que aparece cada uno de ellos. Así, nos encontramos:
Vanidad: Blancanieves, El traje nuevo del emperador.
Glotonería: Hansel y Gretel, La Caperucita Roja.
Envidia: Cenicienta, La princesa rana.
Engaño: La pastora de ocas, El príncipe rana, La hija del molinero.
Lujuria: La sirenita.
Avaricia: Juan y la planta de judías, El pescador y su mujer.
Holgazanería: Pinocho, Las tres hilanderas.
Por cierto, casi todo el capítulo 7, que trata sobre el engaño, habla de La pastora de las ocas, The Goose Girl, también traducido en España como, La cuidadora de gansos, el cuento de los hermanos Grimm en el que está basado La princesa que hablaba con el viento.
Por último, la cuestión principal del libro: ¿Por qué debe morir la bruja? Según el autor, el protagonista tiene que matarla porque la bruja es el yo interior corrompido, el mal, las tentaciones, nuestros defectos, los problemas a los que nos tenemos que enfrentar día a día. Además hay que tomar medidas muy drásticas para su asesinato, para que el niño sepa que está muerta y requetemuerta, y que no va a volver a aparecer. Esas muertes tan bestias las justifica diciendo que a los niños muchas veces los padres, cuando ha muerto un amigo o un familiar, les dicen a sus hijos que esa persona está dormida o que se ha ido de viaje, por lo que puede volver en cualquier momento, según ese concepto que tienen de la muerte; entonces, hay que exagerarlo.
En mi opinión, más vale explicar las cosas tal y como son desde un principio y no llenarles la cabeza a los niños de imágenes sádicas como la de la bruja en Blancanieves bailando con unos zapatos de hierro al rojo vivo hasta caer muerta o la de la mujer del príncipe quemada viva en la hoguera en Sol, Luna y Talía.
Cashdan, Sheldon. La bruja debe morir (The Witch Must Die, 1999). Editorial Debate: Madrid, 2000. Traducción: Martín Sacristán.
Estoy muy de acuerdo contigo. Y también me he plateado en muchas ocasiones ¿por qué las brujas de los cuentos deben morir? Me gusta más cuando se las destierra (jeje) Ya que si significa que son todos aquellos defectos que no "se deben" tener, también es bueno que los niños y niñas sepan que pueden "volver".
ResponderEliminarPor otro lado, para los niños y las niñas es muy bueno que sepan que los cuentos acaban bien. Especialmente en una etapa de su niñez (para adquirir seguridades, etc...) A mí no me gusta nada contar a los niños el cuento de "Caperucita Roja" (porque la niña parece que no piensa mucho, y sí creo que hay mensajes ocultos como por ejem: el miedo más que la precaución a los desconocidos).
Prefiero que se encuentren con otros cuentos.
Los cuentos bien contados son una delicia...ya también los leidos.
Un saludo!!
Gensanta, que diría Forges
ResponderEliminarPor regla general, la gente que encuentra connotaciones sexuales en cualquier cosa que lee, oye o mira es porque su mente lo ve todo bajo ese prisma. Recomendación: visitar a otro psicólogo, jeje...
Y qué manía con matar. Sobre todo a las brujas. Como en Salem...
A propósito: me encanta imaginar la escena de un cuento relatado "al amor de la lumbre" por una abuela rodeada de críos. Y si no hay abuelita, pues un cuentacuentos.
(¿A qué espera la RAE para admitir esa voz, dicho sea de paso?)
Un saludo
Qué interesante entradaaa, los cuentos son un mundo rarísimo, sobretodo por las supuestas moralejas que contienen y la crueldad, me parece muy interesante el libro que nombras, pues me gusta buscar los cuentos originales, dado que las versiones disney me repatean un poco, por la imagen de la mujer que dan entre otras cosas (a la espera, indefensas generalmente...), he de confesar que mas de un cuento me ha dado miedo, pues tengo desde siempre una capacidad alta para convertir en imagen cualquier cosa y algunos son aterradores escucharlos de niña, fomentan el miedo hacia casi cualquier cosa diferente...la culpa.. (cuántos recuerdan los miles de cuentos sobre la vieja "desagradable" que te encuentras en el camino pidiendo ayuda.....) estoy deacuerdo con alba, anda que no cuesta romper el binomio grabado a fuego de lo bueno es guapo y lo feo es maloooo, buf, y el hacer el bien porque si, no porque te vaya a pasar algo malo jajajaj aunque bueno, es uno de los primeros estadíos morales
ResponderEliminarMmm...Pues las interpretaciones "sexuales" de los cuentos y relatos obedecen más al orden de lo simbólico que de lo "retorcido" o "sucio" (seguimos pensando en los niños puros, blancos, asexuales; seguimos pensando que lo relacionao con lo sexual es lo "desviado"). Es cirto que el contenido sexual está ahí, ya que al ser la sexualidad una dimensión humana no puede obviarse en ninguna creación. Si seguimos el orígen de los cuentos, las historias verdaderas tienen un contenido sexual (de iniciación en la vida sexual, de castigo, de horror, de chiste)neceario para la trama (para hacer referencia a lo que no se debe de hacer, o a lo oscuro o a lo prohibido o a lo natural o poderoso) pero velado -en doble sentido, digamos- quye es un guiño al lector sis pasar por la censura institucional o de cualquier otro tipo. Interesante también que el mal, lo que no se debe hacer o ser, la fealdad, lo pecaminoso siempe es encarnado por una mujer. La bruja debe morir como castigo a no ser una mujer buena, a ser ambiciosa o "retorcida". Realmente el castigo en los cuentos infantiles es hacia lo femenino fuera de la tradición, hacia la mujer que no sigue las reglas. Y esto no es difícil de ver, está ahí.
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