12.4.08

Entrevista a Celia Filipetto

Celia Filipetto, traductora de La princesa prometida, lleva en esta profesión más de treinta años y entre los autores que ha traducido se encuentran Brian Aldiss, Clive Barker, Gene Wolfe, Fritz Leiber, Isaac Asimov o Michael Moorcock.

¿Por qué escogiste ser traductora literaria?Yo quería hacer medicina pero mis padres no me podían pagar los estudios. Como tenía buen nivel de inglés acabé matriculándome en traducción en la Universidad de Buenos Aires. Entonces era una carrera corta y se podía compatibilizar con un trabajo. Recuerdo que cursé más de la mitad de la carrera como alumna libre, porque había numerus clausus y en los sorteos nunca me tocó plaza de estudiante regular.

¿Cómo conseguiste entrar en el mundillo editorial que a veces resulta tan cerrado?
Hace muchos años, a los pocos meses de llegar a Barcelona, conseguí que Rafael Andreu, encargado de edición de Martínez Roca, me hiciera la primera prueba de traducción. Tenía experiencia profesional como traductora jurídica y jurada. Lo poco que había hecho de traducción literaria eran las prácticas de la facultad. Me faltaba mucho oficio. La prueba que hice no me salió demasiado bien, pero Andreu consideró que mi nivel de inglés era bueno, que redactaba aceptablemente bien en castellano y me ofreció mi primer libro, un texto de divulgación, menos comprometido que uno de narrativa. Y aquí estamos.

¿Qué le aconsejarías a alguien que quiera dedicarse a traducir libros?
Que se lo pensara bien. Que no encarara el trabajo de traducir con romanticismo. Es un oficio con muchas cosas positivas: no tienes jefes, trabajas en casa, haces todos los días lo mismo, aunque con mucha variedad, porque cada libro es un mundo, se aprende mucho, pero exige mucha disciplina y mucho tesón. La parte negativa: hay que dedicarle muchas horas, la compensación económica es escasa, casi nunca va ligada a la destreza y la experiencia, el reconocimiento tampoco es excesivo. En general, debes pasarte muchos años traduciendo para que alguien te diga que lo has hecho bien. Al aspirante a traductor le diría también que tuviera en cuenta que el colectivo de los traductores es de lo más variopinto, muy disperso y muy poco luchador.

¿Cuáles son tus novelas preferidas?
Me gusta un poco de todo. Dorothy Parker, Ring Lardner, James Thurber, Flannery O’Connor (de estos tuve el gusto de traducir algunos relatos), Francis Scott Fitzgerald, Muriel Spark. Los cuentos de terror de Clive Barker me dieron realmente miedo. En una época leí muchas de las obras de Cesare Pavese y Dino Buzzati. Los cuentos de Cortázar son magníficos. Persépolis, los cómics de Marjane Satrapi me parecieron estupendos. Soy leyenda de Richard Matheson, qué angustia se pasa. Flores para Algernon de Daniel Keyes y El percherón mortal, de John Franklin Bardin son auténticos page-turners, al menos para mí.

¿Alguna vez has rechazado un encargo porque no te gustaba la novela?
He rechazado traducir algunos libros, pero no porque no me gustaran, sino porque no me veía traduciéndolos. No eran para mí.

¿Has tenido contacto con algunos de los autores que has traducido?
Sí, con tres de ellos.

A lo largo de tu carrera, te has topado varias veces con el género fantástico, ¿cómo ha sido esta experiencia?
Si los libros están bien montados y las historias, bien hiladas, la experiencia de traducirlos siempre es buena, sea cual sea el género.

También has traducido tebeos como los de Spiderman, ¿en qué se diferencian básicamente estos dos tipos de textos al traducirlos, además de la brevedad del cómic, por supuesto?
La traducción de tebeos plantea muchos de los problemas que se encuentran en otros textos con el añadido de que hay que ceñirse al espacio del bocadillo. Hay que tener cierta gracia para los diálogos, manejar el argot de la lengua de partida y sintetizar lo más posible.

Cuando te encuentras con una referencia cultural, ¿cómo la sueles resolver? ¿Eres de las que lo adaptan al contexto español o prefieres encontrar una solución neutra?
Ya lo dijo Jarabe de Palo: depende. Depende del texto, de la referencia cultural, del público al que está destinada la traducción. Lo primero que debemos hacer los traductores es reconocer la referencia cultural, porque si no, la pasaremos por alto y no podremos decidir qué hacer con ella para que la versión sea más efectiva. Ese desconocimiento puede incluso hacer que metamos la pata. Nos ha pasado a todos alguna vez.

¿Cuál ha sido el libro más difícil que has traducido? ¿Por qué?
Los juegos de palabras de algunos cuentos de James Thurber y Ring Lardner me dieron bastante trabajo. El búho que era Dios de Thurber planteaba unos problemas de traducción interesantes. En el relato aparecen distintos animales del bosque y se utilizan sus voces en varios diálogos. Y esas voces tienen, además, otros sentidos. Me divertí mucho con esta traducción. Eso sí, no me quedó más remedio que cambiar algunas palabras para mantener el juego.

11 comentarios:

  1. Me encanta la idea de que nos de s a conocer a los traductores, que nos desveles un poco los entresijos de esta profesión que casi siempre queda en un segundo plano...¡con lo que nos facilitan las lecturas! Voy a aprender mucho con estapropuesta tuyo y te felicito por ello. Un beso y muy interesante la entrevista a Celia.

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  2. Muy interesante Tanakil, bien estructurado puedes sacar de aquí un futuro libro de entrevistas.

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  3. Hola Tanakil!!!

    Muy interesante la entrevista con Celia, me ha gustado mucho.
    No he leído la novela de La princesa prometida, pero la película en la que está basada, es una de mis favoritas.

    Muchos besitos!!!

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  4. me ha encantado la entrevista, yo tampoco he leido La princesa prometida (el cine que hace muxo mal xD)...
    un saludo

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  5. Hola Tanakil,

    Perdón por el off-topic, pero aprovecho para dejarte aquí el mensaje ya que creo que es más probable que lo veas: ya está en la web de Món Llibre la información sobre la edición de este 2008.

    Abrazos!

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  6. Me alegro de que os haya parecido interesante la entrevista :)

    Sfer: Gracias por la info, lo vi este fin de semana. Lo que sí que acaban de actualizar son las actividades, pues el sábado no estaban puestas. ¿Vas a ir? He visto que hay charla de Maite Carranza y aunque esté dirigido para niños, supongo que a los mayores nos dejarán pasar, ¿no?
    Saludos,
    Tanakil.

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  7. Pues me fastidia un montón, porque precisamente este fin de semana no voy a poder ni asomarme por el CCCB, y va a ser el primer año que me lo pierda del todo... El sábado estaré trabajando y el domingo me lo reservo para el salón del cómic. Ya nos contarás qué tal :-)

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  8. Los traductores, esos artistas en la sombra... Como el trabajo de los guionistas en el cine. Te felicito por esta bonita iniciativa y darnos la oportunidad de conocer cómo se vive esa experiencia personal del trabajo del traductor/ora.
    Interesantísimo el tema de las referencias culturales en un libro, es algo que yo valoro mucho, el cómo lo trata el traductor. Personalmente, yo siempre espero que el traductor respete esas referencias porque para mí son esenciales en la personalidad de un libro, y sitúan a su autor en un lugar y épocas concretos también, sin las cuales algunas partes del libro quizá ya no tendrian sentido. Por eso, aunque para algunos haga más incómoda la lectura, prefiero que lo intraducible porque desvirtúa, sea respetado tal cual y explicado al lector a pie de página.
    No creo tampoco que el hacerlo o no dependa de nada, creo que en la literatura juvenil también se puede hacer, no hay que darlo todo tan masticado, y así se aprende más de otras culturas y enriquece la lectura mucho más.

    Creo que el buen traductor/ora es un artista, ya que la gente se olvida que en una traducción hay un tanto por ciento muy, muy elevado de estilo personal, de arte en su trabajo, y eso es algo que no se puede aprender, pero que se refuerza por la calidad de su propia experiencia cultural y vital.

    Quizá de lo más difícil en traducción es la poesía. Como lectora, en poesía siempre recurro a la versión original, aunque tenga que pasarme horas con el diccionario. Pero he tenido muy malas experiencias en traducciones al castellano del francés y del inglés que directamente anulan el poema original o hasta lo caricaturizan. En este caso, el estilo personal del traductor, se impone demasiado en la traducción y perdemos al autor original. Creo que especialmente en poesía, las traducciones deben ser mucho más estudiadas, y sobretodo más humildes, que es como mejor se llega a la esencia de las cosas.

    Buf...! Perdonad, pero es que el tema me es muy interesante.

    Gracias por las entrevistas!

    Saludos,
    Neewollah

    p.s.: tu blog es precioso, con una decoración muy inglesa... y ya debes saber que a mi gato y a mí eso nos gusta mucho...

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  9. Yo intento respetar las referencias culturales y cuando no se puede, al menos las convierto en algo neutral, en algo que se conozca mundialmente. Desde luego, no me gusta nada adaptarlas a nuestra cultura, como por ejemplo hicieron en el doblaje de "Sabrina" (¿recordáis los chistes de Salem o cuando gritaba "¡Atleeeeti!"?) o de "El príncipe de Bel Air".
    Sí, la traducción de poesía es un mundo aparte. Supongo que debes ser letriste para dedicarte a algo así, debes ser un poeta. En "Academia de princesas", mi última traducción publicada, tuve que enfrentarme a una rima al principio de cada capítulo y aunque no era lo que se dice poesía, lo suyo me costó. Tener que decir lo mismo que en el original y hacer que rimen las palabras hace que tengas que estrujarte el cerebro y exprimir tu lado más creativo.
    Un saludo,
    Tanakil.

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  10. Muy interesante, mucha gente puede pensar que traducir es tan rápido como leer en otro idioma e ir apuntando lo que entiendes. Lo digo por las quejas sobre libros como Potter: "Con lo rápido que se lee ¿por qué tarda tanto tiempo en salir en español?"

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  11. Pilar, acabo de alucinar con esa afirmación de tu mensaje. ¿Quién dijo "Con lo rápido que se lee Harry Potter, ¿por qué tarda tanto tiempo en salir en español?".
    Para empezar, una traducción de unas 250 páginas se tarda en hacer un mes y medio más o menos, siempre depende de la dificultad del texto y de la disponibilidad del traductor. Así que imagínate uno de esos tochos de 500 ó 600 páginas.
    Bueno, antes de eso, la editorial que lo vaya a publicar en España tiene que comprar los derechos de edición y de traducción. Luego programar el libro. Después traducirlo, luego corregir la ortotipografía, la corrección de estilo, otra corrección de galeradas, maquetación, impresión, distribución... En fin, pueden pasar unos cuantos meses... No es tan sencillo como: Sale el libro en Inglaterra o EEUU, lo traduce alguien, lo imprimen y yo lo compro.
    Un saludo,
    Tanakil.

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